dissabte, 2 de desembre del 2017

Vestidos para bailar las danzas

El pasado Agosto los vecinos de la calle de Los Ángeles,  que el año anterior habían recuperado la tradición de bailar las danzas dentro de la fiestas de calle, nos invitaron a participar. Como la ocasión lo requería, mi bailadora y yo decidimos ponernos nuestras mejores galas. Pilar incluso se confeccionó una falda especial "de danzas" siguiendo las descripciones del cronista don Pedro Sucías  y teniendo en cuenta los modelos de  los guardapiés de lentejuelas conservados en la tradición enguerina.


Antes de salir a bailar decidimos hacernos un pequeño reportaje fotográfico con la intención de usarlo para divulgar la indumentaria  específica de este tipo de baile de plaza o de calle, tan  extendido por La Canal y por tantas otras comarcas valencianas.

El traje de Pilar Higón era impecable, como no podía ser de otra manera siendo ella una persona especialista en la reproducción de indumentaria histórica y tradicional.


Pilar lucía un pañuelo de Manila antiguo de color caña. Esta tipo de prenda llegó a ser imprescindible para salir a bailar las danzas, y las mujeres que no tenían uno, lo pedían prestado para salir a bailar. O dicho en enguerino "ampravan el mocaôr de Manila pâ ballar las danzas". Antes nadie lo llamaba "mantón" porque ni era de grandes dimensiones ni llevaba pesados flecos ni bordados recargadísimos.


El guardapiés de damasco verde de seda está adornado con diversos galones metálicos que forman una cenefa y corazones. Además lleva lentejuelas metálicas de tres tamaños distintos para completar el adorno de la falda. Pedro Sucías en 1908 escribió unos Apuntes Históricos de la Villa de Enguera. En este manuscrito se queja de que las bailadoras se vistan como señoras de ciudad, con "vestidos de seda y larga cola".  Por suerte explica cómo se habían vestido las mujeres ricas de la población anteriormente: con "ricos falderines recamados de oro y seda". No hemos conservado ningún ejemplar en el pueblo de ese tipo de faldas, así que Pilar confeccionó este guardapiés con adornos de metal imitando diseños antiguos.


  
El delantal está confeccionado con un damasco carmesí antiguo y lleva unas puntillas de metal también antiguas.


Pero para ir bien vestidos, tan importante es lo que se ve como lo que no: la ropa interior también se ha de cuidar.  Pilar lleva una camisa larga de lienzo que llega por debajo de la rodilla. En las mangas de farol y en el cuello lleva unas sencillas puntillas. El tronco central de la pieza es de lienzo grueso mientras que las mangas y los aseos del cuello, que son las zonas visibles de la camisa, se realizan en una tela fina de algodón. No usa pantalón interior, conocidos actualmente como pololos, porque esa pieza era desconocida entre las clases populares. Por cierto que el diccionario de la RAE no recoge esta denominación  hasta su edición de 1985 y nos ofrece una definición que nos hace sospechar que es un invento, necesario por decoro, para las bailadoras folklóricas de Sección Femenina en la época de los refajos "minifalderos":



Dice una canción popular enguerina que "Las chicas de Navalón / van preciosas sin pantalón / bajando por El Puntal / presumiendo de delantal".

El vuelo de las faldas se consigue al llevar varias enaguas, las cuales cuentan además con jaretas, alhorzas, volantes, alguna puntilla sencilla, etc. Para ir bien hueca, se usaban por lo menos dos enaguas; la llamada sobreenagua podía ser de color o de rayas y servir como falda en los menesteres diarios. Desafortunadamente en la actualidad muchas bailadoras y festeras renuncian a las enaguas (con lo que no consiguen de forma natural el efecto acampanado de las faldas), o bien optan por apaños como los ahuecadores, alçadors y cancanes (con lo que consiguen un vuelo inaceptable de mesa camilla). Para sobrellevar el peso de tantas faldas superpuestas se suele utilizar un pequeño rulo de tela que se ata en la cintura sobre la camisa. Esta pieza se conoce como botifarreta o coixinet. En otras tierras se llama rulo o  almadeta (de almohadeta). 

Mi bailadora también llevó unas calzas hasta la rodilla sujetas con ligas. Aunque en la actualidad las preferimos blancas, se han conservado en Énguera muchas calzas de color, de cuadros y de rayas.


Para realzar el busto, Pilar se puso un justillo sobre la camisa y luego lo cubrió con el pañuelo. Como joyas, un collar de perlas sujeto con una cinta de seda, unos pendientes d'a tres, y una aguja con piedras verdes para formar el moño.


Por su parte, los bailadores nunca habían llevado en Énguera trajes "a la antigua" en las danzas, aunque sus bailadoras sí los llevaran. Vestían por tanto el vestido más mudador que tenían, que des de finales del siglo XIX fue el de chaqueta y corbata. Esta costumbre la podemos observar todavía hoy en día en algunos pueblos que celebran danzas, como por ejemplo Ibi, Agost o Caudete, donde mientras las bailadoras lucen mantones de Manila los bailadores usan chaqueta, corbata y sombrero.  



A principio del siglo XX solo algunos niños de familias adineradas se vistieron de "labrador" para bailar en las fiestas de calle. Sin embargo en los años 40 del siglo XX se estableció una vestimenta uniforme para los miembros del grupo de danzas mezclando prendas antiguas y contemporáneas: pantalón largo negro, camisa arromangâ y faixa colorâ. Existen algunas fotografías bien curiosas (que ya compartiremos) de bailadores con combinaciones imposibles: corbata moderna con faixa y espardeñas.



Por lo tanto a la hora de salir a bailar las danzas, los hombres enguerinos tienen que plantearse de qué quieren ir vestidos. Una opción sería recuperar la costumbre de llevar traje de chaqueta y corbata, que se mantuvo en las danzas de las calles hasta los años 60 del pasado siglo. La otra opción sería vestirse a la antigua, es decir, mudarse con las mejores ropas imitando lo que llevaron nuestros antepasados. Ponerse cualquier cosa o vestirse a medias no es ninguna opción: es disfrazarse.

Para la ocasión yo decidí vestirme como los labradores del último tercio del siglo XIX, para ir acorde a mi bailadora, porque en esa época se establece en nuestro pueblo el llamado  avío de danzas que hemos comentado antes. Estrené una camisa de hilo con la pechera adornada de lorzas y un chaleco, chopetín en enguerino, de terciopelo con cuello redondeado (tipo esmoquin). Ambas piezas fueron confeccionadas por Pilar Higón en su taller "Roba a l'antiga". En vez de calzón hasta la rodilla, como era habitual a principios del siglo XIX y que también hubiese sido una posibilidad, opté por llevar calzón largo de paño fino de lana. No era un pantalón actual, sino una prenda copiada de los modelos antiguos que llevan tapa o alzapón y no llevan bolsillos ni bragueta. Creo que no hace falta que justifique el uso de pañuelo en la cabeza a estas alturas: no nos hemos inventado nada. Podéis mirar qué llevan en la cabeza todos los abanderaus de San Antón en las fotografías más antiguas.


También el fotógrafo Pedro Cerdá realizó unas magníficas instantáneas durante el baile en la calle y las difundió en las redes sociales. Gracias, Pedro, por dejar constancia de nuestra cultura y de nuestro patrimonio. 





Muchas gracias a todos los vecinos y vecinas de la calle de Nuestra Señora de Los Ángeles, y especialmente a los promotores de estas danzas, Carlos Carrió y Leo Juan. 

¡ Hasta el año que viene!


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1 comentari:

  1. Ver vuestra indumentaria tan cuidada al detalle es todo un placer visual GRACIAS CHICOS

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