diumenge, 26 de novembre del 2017

Desmontando el mito: el traje típico de enguerina

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En la segunda mitad del siglo XX, el grupo local de folklore vinculado a la Sección Femenina inventó el "traje típico de enguerina", una vestimenta creada ex-professo para los concursos provinciales de "bailes regionales". No se trataba de copiar fielmente la indumentaria histórica sino de crear  un uniforme identificador para el pueblo. 

La idea de los "trajes típicos" no era nueva ni exclusiva de España, sino que la encontramos extendida por toda Europa como fruto de las ideas del Romanticismo. Antes que la Sección Femenina, ya los pintores costumbristas o la burguesía jocfloralesca valenciana habían establecido una indumentaria idealizada para representar a las clases populares. Sin embargo, con la Sección Femenina el fenómeno se extendió a lo largo y ancho de la geografía estatal. Las personas encargadas de establecer estos modelos de vestimenta actuaron sin demasiado rigor histórico. Más por desconocimiento que por maldad, estos modelos inventados mezclaron prendas de distintas épocas y funcionalidades. Y al juntar piezas de verano y de invierno, de ricos y de pobres, de 150 años de antiguedad y de solo pocos lustros atrás, finalmente, algunos de estos "trajes típicos" se acercaron más al disfraz que al vestido...

A finales del siglo XX en toda España se revisan estos trajes típicos y se opta por acercarse de una manera más fiel a la vestimenta popular de nuestros antepasados, gracias a los trabajos de investigación etnográfica. Por eso, creemos que ya entrados en el siglo XXI no tiene ningún sentido que los enguerinos y enguerinas se vistan de manera incorrecta a la hora de recrear en las fiestas locales la indumentaria tradicional. No se trata de despreciar la tarea de las personas que se preocuparon de nuestra cultura popular hace 70 años. Que nadie se engañe: en aquel momento, se hizo lo que se supo (o lo que se pudo) en la época tan difícil de la posguerra. Se trata de revisar nuestro legado y desmontar falsificaciones para mantener nuestra cultura.


La principal prenda del traje de enguerina es el llamado refajo. Esta denominación, actualmente tan conocida y usada por todos, no era la tradicional en Énguera. En los papeles del cronista Pedro Sucías aparece como faldellín o falderín. Existían además otros tipos de faldas usados por las mujeres de nuestra zona: guardapiés de seda o lana, sayas de percal, zagalejos estampados, basquiñas, etc. 


¿Por qué se optó entonces por este tipo de falda como representativo de la mujer enguerina? La respuesta no es sencilla pero sí sabemos que la decisión no se tomó en Énguera. Las directrices de la Sección Femenina provincial establecieron que los grupos de la zona del interior tendrían que usar ropas de lana y los de la zona de la costa, sedas o algodones. Traje de serrana y traje de ribera los llamaron. A nuestros vecinos de Vallada los descalificaron en el concurso provincial de bailes regionales porque las bailadoras se presentaron a bailar con faldas de flores. 


Todos los refajos del primer grupo de Sección Femenina en Énguera eran antiguos. Eran prendas originales sacadas directamente de las arcas de las familias más acomodadas de la población. En plena posguerra no estábamos para hacer gastos. La mayoría de esos refajos se conservan en la actualidad, a pesar de que han  sufrido transformaciones y adaptaciones para ser usados. Se trata de faldas de lana, con rayas de vivos colores, con predominio de las tonalidades de verde y de rojo, de uso general entre 1850 y 1880. Este tipo de faldas, plisadas o sin plisar, las encontramos no solo en las comarcas interiores valencianas, sino también en la Mancha, Murcia, Almería, Granada e incluso Extremadura.


La Sección Femenina introdujo además una prenda inventada para completar su traje de enguerina. Se trata del llamado corpiño, confeccionado en terciopelo negro y ribeteado en rojo. Era una prenda sin mangas inspirada en los disfraces de pastorcilla y no una prenda que hubiera sido usada por nuestras antepasadas. No tenemos constancia de que hayan existido cuerpos de este tipo: todos los que se conservan son de otros colores y la mayoría llevan refuerzo de varillas para cumplir con su función de sujetar el busto femenino. Completaba el conjunto un pequeño delantal redondeado también de terciopelo negro y ribeteado en rojo.


Pero la palabra corpiño es una palabra gallega: es el diminutivo de cuerpo. Los cuerpos tradicionales en nuestra zona a principios del siglo XIX fueron dos: el justillo (sin mangas, usado en verano) y el jubón (con mangas, usado en invierno y para los actos religiosos y ceremonias). 

Solo hemos podido encontrar un justillo en Énguera. La explicación es sencilla: cuando pasó la moda de llevarlos a la vista se siguieron usando como pieza interior cumpliendo la misma función que los corsés. La ropa se reusaba o se readaptaba al máximo porque antes era cara (tan cara hasta el punto de aparecer en los testamentos y en las dotes matrimoniales, y por eso podemos saber dónde y cuándo se usó tal prenda o tal otra). El justillo conservado se salvó hace 40 años de una hoguera al hacer limpieza de una cambra, afortunamente. Se trata de una prenda lujosa realizada en un rico tejido de seda. Su estado es impecable porque su propietaria no lo usó como pieza interior, ya que podía permitirse los corsés de moda en la segunda mitad del siglo XIX. 





Los justillos tienen unos escotes tan amplios que hacen imprescindible el uso de pañuelos que disimulen el pecho de la mujer, que se presenta elevado por la presió del envarillado interior. En la época se usaron diversos tipos de pañuelos, especialmente los de tejidos finos de muselina o batista bordados a cadeneta.

Los cuerpos con manga se llaman jubones. Durante el siglo XVIII i principios del siglo XIX llevaron haldillas y puntas visibles por fuera de la falda. Cuando la moda cambió, las personas adineradas empezaron a usar jubones sin haldillas. La gente popular adaptó lo que tenía: usaban los mismos jubones y justillos pero escondiendo las puntas y haldillas dentro de la falda para estar a la moda. 


Parte delantera de un jubón de sarga de lana, con punta de algodón estampado

Parte trasera de un jubón de raso de seda, sin haldillas ni pala delantera.

El traje propuesto por la SF estuvo en uso para representar a la mujer enguerina desde su creación hasta los años 90 del siglo pasado, aunque también sufrió algunas adaptaciones al hacer pequeñas concesiones a los gustos y modas de cada momento.

En los años 70 los refajos se llevaron "minifalderos" y se dejó de usar el pañuelo de cuello sobre el corpiño:


En los años 80, a falta de tejidos adecuados para hacer refajos se empezó a comercializar tejido alpujarreño para hacer cortinas rústicas de cortijo. Además los hombres cambiaron los pantalones largos por calzones hasta la rodilla (en realidad pantalones cortados), empezaron a llevar la faixa colgandera y se pusieron un pañuelo al cuello, de forro sintético rojo a juego con la faixa. Viva san Fermín, oiga.


Y con el final de siglo no solo llegó el final de la centuria. Llegó también un nuevo gusto en la indumentaria tradicional. Pasamos de querer ir todos vestidos igual, con un único uniforme representativo, a querer vestir distinto a lo ya visto anteriormente. Las festeras y las bailadoras de danzas se esfuerzan actualmente en lucir sus mejores galas y sorprender a la concurrencia con un modelo distinto. Ya no vale repetir ni vestir con el mismo uniforme. Y como dice el dicho valenciano, tot té un mig i dos vores. Ni tanto ni tan calvo. Habrá que encontrar el equilibrio. Habrá que imitar fielmente la vestimenta histórica, que nos ofrece variedad de modelos adecuados a distintos usos y situaciones. Variedad sin invenciones.

Es pues el momento de hablar calmadamente y compartir información para que los enguerinos y enguerinas puedan elegir a su gusto pero sin tener que cambiar un disfraz por otro aún más estrafalario. Y digo lo de disfraz sin intención peyorativa sino en su accepción más etnográfica: antes las gentes populares se disfrazaban combinado de manera grotesca y absurda prendas pasadas de moda que encontraban en las cambras, en las arcas y baúles. 

Os dejo pensando, y de momento, os recomiento la visita al blog de mi amiga Pilar Higón, especialista en reproducción de prendas históricas, quien en 2014 hizo una propuesta interesante de revisión del traje de enguerina. Aquí tenéis el enlace.





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